Estamos ante un dilema. Hemos creado algo poderoso, una herramienta capaz de generar textos con una calidad impresionante.
Pero, como toda creación humana, viene acompañada de desafíos y responsabilidades. Una de esas responsabilidades es garantizar la integridad del contenido generado.
Una marca de agua es una de esas posibilidades.
Es como una firma invisible, capaz de revelar quién es el verdadero autor. Sin embargo, puede ser fácilmente eliminada con algunas manipulaciones simples.
Además, existe una preocupación latente: ¿cómo puede esta tecnología afectar a las personas? Imaginen a alguien que no domina perfectamente el idioma inglés usando la IA para escribir.
Una marca de agua podría penalizarlo injustamente. Es necesario un equilibrio delicado entre garantizar la autenticidad y evitar crear nuevas desigualdades.
A pesar de que la herramienta supuestamente está lista, OpenAI no la ha lanzado debido a un debate interno sobre los posibles impactos.