Mientras que Apple logra actualizar la mayoría de los iPhones a la versión más reciente de iOS en cuestión de meses, la realidad de Android sigue siendo muy diferente.
La llamada «fragmentación» sigue siendo un desafío para el sistema operativo de Google, con nuevas versiones que tardan años en llegar a la mayoría de los dispositivos.
Pero, ¿cuál es el panorama actual de este problema en 2024?
Según datos recientes de fuentes no oficiales, solo el 13% de los dispositivos están ejecutando Android 14, lanzado en 2023. La versión más utilizada es Android 13, con un 20,9%, seguida de Android 12, con un 14,7%.
De manera sorprendente, Android 11, lanzado hace más de tres años, sigue siendo la segunda versión más popular, con un 19% de participación.
Android 15, que apenas comienza a llegar al mercado, difícilmente aparecerá de forma relevante en las estadísticas hasta el próximo año.
Para combatir esta lentitud, Google y algunos fabricantes han implementado políticas de soporte más prolongadas. Samsung y Google lideran, prometiendo hasta siete años de actualizaciones principales. Otras marcas, como OnePlus, ofrecen cuatro años.
Aunque estas iniciativas representan un avance, todavía no son un estándar en toda la industria, y muchos dispositivos –especialmente los más económicos– continúan recibiendo actualizaciones limitadas o ninguna.
Google también intenta facilitar el trabajo de los fabricantes con proyectos como el Project Treble, que separa los controladores específicos del hardware del sistema operativo, haciendo que las actualizaciones sean menos complejas. Sin embargo, esto depende directamente del compromiso de cada fabricante para lanzar las actualizaciones.
Mientras el ecosistema Android no adopte cambios más amplios y estandarizados, el problema de la fragmentación seguirá presente, dificultando el acceso de los usuarios a las últimas novedades del sistema.
Actualizaciones de apps y seguridad: la solución de Google
A pesar del impacto negativo de la fragmentación en Android, Google ha encontrado formas de minimizar sus efectos en la experiencia del usuario.
La compañía convirtió a Google Play Services en una pieza clave del sistema, permitiendo que actualizaciones importantes de aplicaciones y funcionalidades lleguen a los dispositivos directamente a través de la Play Store, sin depender de actualizaciones del sistema operativo.
Esto incluye mejoras en aplicaciones esenciales, nuevas funciones de Android e incluso correcciones de seguridad a través de Project Mainline, que distribuye actualizaciones críticas en segundo plano.
Este enfoque asegura que, incluso en dispositivos con versiones antiguas del sistema, los usuarios puedan acceder a novedades y mantener sus dispositivos protegidos.
Comparativamente, Apple adopta un modelo más centralizado, donde muchas mejoras, correcciones de seguridad y actualizaciones de aplicaciones nativas están vinculadas a las grandes actualizaciones de iOS.
Es decir, si un usuario no instala la nueva versión del sistema, puede quedarse sin acceso a mejoras significativas.
Aunque el modelo de Apple tiene ventajas en el control de la experiencia del usuario, Google ha logrado sortear la fragmentación con un enfoque más dinámico y eficiente.
De esta manera, incluso con un ecosistema fragmentado, Android sigue ofreciendo seguridad y nuevas funcionalidades a un mayor número de usuarios, independientemente de la versión del sistema que utilicen.