Poca gente sabe, pero el nombre Alphabet, utilizado desde 2015 para albergar el conglomerado de empresas fundado por Larry Page y Sergey Brin, nunca pasó por pruebas de mercado antes de ser lanzado.
Aun así, se convirtió en la marca detrás de uno de los mayores imperios tecnológicos del mundo, valorado actualmente en aproximadamente 1,9 billones de dólares.
La idea detrás de la creación de Alphabet surgió de la necesidad de reorganizar la creciente variedad de proyectos de Google.
Lo que comenzó como un simple buscador, creado en 1998, se transformó en algo mucho más grande: hoy, Alphabet controla diversas empresas y productos, incluyendo Android, Chrome, YouTube, el chatbot Gemini, además de divisiones más experimentales como Waymo (coches autónomos), DeepMind (IA avanzada) y CapitalG (fondo de inversiones).
Para manejar todo esto, la estructura de Alphabet se dividió en tres grandes áreas: Google Services, Google Cloud y Other Bets. Más del 90% de los ingresos todavía provienen de los servicios principales, pero el resto muestra el apetito por la innovación de los fundadores.
Curiosamente, Larry Page reveló que no le preocupaba elegir un nombre que fuera «pegajoso» como Google. El objetivo era crear una marca que representara bien a las empresas y colaboradores internos, y no al público final.
Según él, la elección del nombre quedó a cargo de Sergey Brin: «Yo elegí Google, así que Sergey eligió Alphabet», bromeó Page en una entrevista.
Antes de lanzar oficialmente Alphabet, Larry Page también buscó consejos de nadie menos que Steve Jobs.
Durante una visita al cofundador de Apple, ya en los últimos meses de su vida, Page escuchó una crítica directa: Google se estaba extendiendo demasiado.
Jobs recomendó que se enfocara en un máximo de cinco productos, para evitar el error de lanzar cosas solo «ok» — como, según él, hacía Microsoft en esa época.
Aunque Page consideró el consejo válido y aplicó ese enfoque en algunos proyectos, él creía que las grandes empresas deberían apostar en múltiples frentes.