Después de asegurar acuerdos financieros con otros gigantes de la tecnología, el ex presidente Donald Trump dirige ahora su atención a Google y YouTube.
Según documentos judiciales revelados recientemente, los abogados de Trump y de la empresa de Sundar Pichai han iniciado negociaciones para poner fin a una demanda presentada en 2021, cuando Trump fue bloqueado de las principales plataformas tras el ataque al Capitolio de EE.UU. el 6 de enero.
En la demanda, Trump acusa a empresas como Meta (Facebook), X (antiguo Twitter) y YouTube de censura, alegando que sus bloqueos ocurrieron por presión de líderes políticos, violando así su libertad de expresión.
El argumento, aunque controvertido, ya ha resultado en acuerdos sustanciales: Meta habría pagado 25 millones de dólares, mientras que Elon Musk, tras comprar Twitter y renombrarlo como X, también desembolsó 10 millones de dólares.
Los valores, según informaciones, fueron dirigidos a la fundación de la biblioteca presidencial de Trump.
Ahora, Google podría seguir el mismo camino. Documentos presentados en la Justicia Federal de San Francisco indican que las partes pidieron más tiempo para llegar a un acuerdo hasta septiembre.
La decisión de avanzar con las negociaciones parece estar menos ligada a la fuerza del proceso jurídico en sí y más a la influencia política que Trump ejerce desde que regresó a la presidencia.
Google podría enfrentarse a la elección entre ganar en los tribunales, pero arriesgar represalias políticas, o cerrar el caso con un acuerdo financiero.
Aunque Trump defiende públicamente la libertad de expresión, críticos señalan una contradicción en sus acciones: mientras condena supuestas censuras a aliados, él mismo presiona a instituciones que considera adversarias.
Entre bastidores, crece la preocupación de que empresas como Google estén siendo colocadas contra la pared, teniendo que elegir entre principios legales y pragmatismo político.