Un documento interno de Alphabet, revelado durante el proceso antitrust movido contra Google en los Estados Unidos, mostró que la empresa consideró permitir que sitios y editores eligieran si deseaban o no que sus contenidos fueran utilizados para entrenar y alimentar las respuestas generadas por inteligencia artificial en Google Search.
Sin embargo, la empresa concluyó que ofrecer esa opción haría el proceso “demasiado complicado”.
Según el documento, redactado por una ejecutiva de producto de Google Search, la compañía decidió no anunciar públicamente los cambios y optó por actualizar el sistema de forma silenciosa.
La lógica interna fue clara: si un sitio desea aparecer en los resultados de Google, su contenido también podrá ser usado en las nuevas funcionalidades de IA que responden preguntas directamente en la parte superior de la búsqueda.
La revelación llamó la atención del sector. Paul Bannister, director de estrategia de Raptive (empresa que representa a creadores y publicaciones en línea), afirmó que el documento es “un poco condenatorio”, ya que demuestra que Google sabía de la existencia de alternativas más transparentes, pero eligió seguir con el camino más cerrado, sin dar control real a los editores.
En respuesta al artículo de Bloomberg, Google dijo que los editores “siempre han controlado cómo sus contenidos aparecen en la Búsqueda” y que el documento divulgado representa solo una fase inicial de discusiones internas.
La empresa también destacó que las herramientas de IA ya forman parte de la Búsqueda desde hace años y que continúan dirigiendo tráfico a los sitios.
Aun así, el episodio reaviva el debate sobre transparencia, consentimiento y los límites del uso de contenido ajeno en la era de la inteligencia artificial.