Google ha revisado una de sus decisiones más polémicas en los últimos años: la prohibición de que sus empleados comentaran, incluso internamente, sobre el proceso antimonopolio que enfrenta la empresa en Estados Unidos.
El cambio de postura se produjo tras un acuerdo con el sindicato Alphabet Workers Union, que representa a una parte de los colaboradores y contratados de la compañía.
Desde que se abrió el proceso, en 2020, la empresa había orientado a sus equipos a no discutir el tema ni siquiera entre ellos.
La justificación era que el enfoque debía permanecer en el desarrollo de productos, evitando «distracciones» causadas por la disputa judicial.
Esta política fue reforzada en varias ocasiones por Kent Walker, presidente de asuntos globales de Google, incluso después de la derrota de la empresa en el tribunal en agosto de 2024.
Pero esta conducta comenzó a ser cuestionada legalmente. El sindicato de los trabajadores presentó una queja ante el National Labor Relations Board (NLRB), el consejo responsable de supervisar las relaciones laborales en EE. UU.
Según el organismo, impedir que los empleados hablen sobre cómo el proceso puede afectar sus empleos y condiciones de trabajo vulnera los derechos básicos garantizados por la legislación.
Como parte del acuerdo para evitar una disputa judicial más larga, Google reconoció que los colaboradores siempre han tenido la libertad de comentar sobre el impacto del caso antimonopolio en sus rutinas, algo que muchos veían como «prohibido» hasta entonces.
La decisión se considera una victoria para los trabajadores y marca otro episodio en la tensión entre la cultura de secretismo de Google y los derechos de sus empleados.
El juicio que puede definir el futuro de la empresa, incluso con la posibilidad de separación de productos como el navegador Chrome, está previsto que concluya en agosto de este año.